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Friday, July 24, 2009

Apuntes sobre la escritura académica

Apuntes sobre la escritura académica

“La escritura académica es alérgica a la risa, porque es alérgica a la subjetividad y a la pasión”
Jorge Larrosa, El ensayo y la escritura académica


Me pareció provocativo iniciar estos apuntes con la frase del filósofo español que, en su trabajo El ensayo y la escritura académica, hace una reivindicación del ensayo y señala, al mismo tiempo, los cambios que registra hoy la escritura académica, fuertemente influenciada por los estilos universitarios anglosajones.
Sostiene Larrosa, que en estos ámbitos académicos, los estudiantes de grado y de posgrado, son sometidos a la acción de una “estricta socialización de la escritura académica que conduce a escribir de un modo mecánico y estandarizado, sin estilo propio”. (Larrosa, Jorge. El ensayo y la escritura académica, en Propuesta educativa. Año 12, nº 26. B.A. Flacso, julio 2003).
Sin embargo, cabe preguntarse, si es posible que el hombre produzca un texto en el cual, de ninguna manera su subjetividad y sus propios estilos escriturarios estén, de alguna manera, presentes?
¿Es en el ámbito de la escritura científica donde estos discursos objetivos y despojados de estilos propios circulan? ¿Deberían ser los niveles de Educación Superior espacios donde se dé exclusivamente el aprendizaje de estos discursos?¿O, deberían ampliar la perspectiva y apuntar, esencialmente, a incentivar la producción una escritura que no se meramente reproductiva de ideas y formatos, sino, por el contrario, generadora de nuevos pensamientos, criterios e ideas?
¿ Qué textos circulan con mayor frecuencia hoy en estos ámbitos? Y, consecuentemente, ¿qué herramientas debería proveer la Educación Superior a los estudiantes y graduados a fin de que se transformen en escritores competentes de estos géneros discursivos?
La respuesta de Carlos Sabino, al primer interrogante nos conduce a pensar en una peculiaridad del discurso científico - académico.


En su trabajo Cómo hacer una tesis, sostiene : ” … un trabajo científico se propone siempre comunicar algo concreto, algunos determinados conocimientos, y no estados de ánimo, opiniones o sensaciones subjetivas


Intentando desbrozar el camino

Sin lugar a dudas, el hombre piensa en signos, vive y sueña inmerso en el mundo de la cultura que es una construcción sígnica.
De los sistemas sígnicos existentes, es la lengua el más complejo y abarcativo. Y, precisamente esta condición de complejidad de la lengua, hace que, al momento de ajustar el pensamiento a su expresión escrita, las dificultades se multipliquen.
Es que el texto escrito no sólo entabla una comunicación diferida, sino, también, descontextualizada y, por lo tanto, es necesario que el enunciador produzca discursos lo más autónomos posibles.
A diferencia de la oralidad, la escritura requiere el uso del código lingûìstico de manera particular, ya que obra in absentia del lector y de allí la condición plural del texto.
Retomando a Sabino, es rasgo distintivo del texto escrito, frente a la oralidad, que “Lo que se escribe permanece, se mantiene en el tiempo mientras dura el soporte material que se ha utilizado, y puede copiarse indefinidamente




Ahora bien, veamos ahora qué relación guarda la escritura con la lectura.
Como es sabido, las prácticas de lectura y escritura, se hallan indisolublemente ligadas entre sí. Qué se lee y cómo se lee, son cuestiones que se traducen en el cómo se escribe. Qué se da a leer a los estudiantes y cómo se les da a leer, se transforma, de este modo, en una cuestión central en el ámbito educativo. Porque también, los modos de leer y escribir son habilidades de adquisición progresiva que guardan estrecha relación con la construcción de los aprendizajes y la modificación de los esquemas de razonamiento.
La lectura y su correlato directo, la escritura, adquieren así entendidas, el carácter de “actividades peligrosas”, preñadas de posibilidades, frente a lo estatuido, en tanto son generadoras de pensamiento. Los estudiantes deben llegar a dominarlas para desarrollar un pensamiento autónomo y transformador



Particularidades de la escritura académica

Cuál es el “lector modelo”, como diría, Umberto Eco, que presupone la escritura académica? ¿Para quién escribe el escritor académico?


Es un desafío que debe asumir el Nivel Superior, el de la realización de prácticas lectoras y escriturarias cada vez más complejas a medida que se avanza en los diferentes estamentos del mismo.
En el ámbito académico, los estudiantes se enfrentan a dos tipos de textos : los que se utilizan para enseñar (apuntes de cátedra, capítulos de libros, etc) y los textos científicos, que entrañan una mayor complejidad al momento de ser comprendidos debido a las características que les son propias.
Pero, al mismo tiempo, para pertenecer a la comunidad académica, los estudiantes, deben ser capaces de producir eficazmente cierto tipo de discursos específicos.
Esta actividad intelectual del orden superior , requiere que el estudiante renueve, revise y adapte en forma continua sus esquemas cognitivos , por lo cual se transforma en un verdadero desafío que, muchas veces desalienta a los protagonistas y los conduce a la deserción de los claustros.
Tratemos ahora ,de determinar qué alcances debe tener esta “alfabetización académica”, qué textos circulan con mayor frecuencia y cuáles son las características esenciales que ellos tienen hoy.
En su libro Escribir, leer y aprender en la universidad. Una introducción a la alfabetización académica., Paula Carlino señala que este concepto “apunta a las prácticas del lenguaje y pensamiento propias del ámbito académico superior; así como al proceso por el cual se pertenece a una comunidad científica y /o profesional gracias a la apropiación que se hace de sus modos de razonar instituidos a través de ciertas convenciones del discurso”. (Carlino, Paula. Escribir, leer y aprender en la Universidad.Una introducción a la alfabetización académica. Fondo de Cultura Económica. Bs.As. 2005).
Pensar en estas “convenciones del discurso” implica tener claro que los géneros discursivos se inscriben en una cadena discursiva histórica que los conforma en su actualidad y, por tanto, los “marca”, como sostiene Carlino, con determinados supuestos, lugares comunes, cuestiones “claves “ que son compartidos por quienes pertenecen a esa comunidad discursiva. En esto radica preci -samente , según la investigadora, la complejidad propia de la “cultura académica” : en que no es homogénea y, por lo tanto, no es posible pensar en único modo del discurso académico ya que la especialización en cada campo de estudio, implica que diferentes esquemas de pensamiento deben tomar forma a través de lo escrito



Para ordenar las ideas, sería importante tener en cuenta, a esta altura del trabajo, que órdenes de lo discursivo son, esenciales al momento de pensar en la redacción de estos textos académicos.
Creo que los dos primeros aspectos a tener en cuenta, se relacionan con el orden de lo retórico y de lo semántico, respectivamente.
Los objetivos discursivos se cumplirán en tanto el escritor tenga claras las relaciones entre el contenido y la comunicación efectiva con el lector, que se representa antes de escribir el texto, pero que, termina de construirse en el propio proceso de escritura.
A este respecto, en su trabajo Bajar es lo peor, dice Diego Golombek refiriéndose a las caracte-
rísticas centrales de la comunicación científica en la actualidad, que en el orden de lo retórico y de lo semántico, son esenciales a estos textos, “… la simpleza ( entendida como el uso de textos y fórmulas sin adjetivaciones o vueltas innecesarias) , la elegancia (forma más directa e inapelable de demostrar un hecho), la claridad (más allá del idioma los conceptos deben ser comprensibles para cualquier lector del tema) y los conceptos unívocos” (Golombek, D. Bajar es lo peor, en Wolowesky, A. , Vara, A.M. , Hurtado, D. , Golombek, D. , Palma, H. Certezas y controversias. Reflexiones sobre la divulgación científica. Bs.As. Libros del Rojas. 2004.).
El tercer aspecto, toda vez que resulta claro el qué transmitir y el para quién, se refiere a la superestructura textual que el escritor deberá elegir en función de los objetivos del trabajo.
Saber con exactitud qué se desea comunicar, implica encontrar la forma más adecuada a los fines perseguidos.
El paper, la tesis, las ponencias, la monografía, el informe de investigación, el artículo científico, son algunos de los formatos disponibles hoy en el mundo de la comunicación académica.
Siguiendo a Sabino, podemos encontrar algunas precisiones “ Cada una de estas denominaciones se refiere a un tipo particular de trabajo aunque, como decíamos, no se trata de una



Para seguir pensando


Estos apuntes, sólo tienen la pretensión de formular algunos planteos y mover a quienes trabajamos en el ámbito académico, a reflexionar respecto de las nuevas exigencias que como docentes y /o alumnos de posgrado, debemos cumplimentar al momento de comunicarnos por escrito en nuestro ámbito profesional.
Dos ideas, entonces, para cerrar el capítulo.
La primera, está referida a la desmitificación de un concepto que ha hecho mucho daño a las pedagogías de la escritura.
Se trata de una concepción errónea y es la que sostiene que existen “escritores expertos”. Casi entendiendo que, “pueden escribir cualquier cosa eficazmente”.
La verdad es que no existe este tipo de escritores.
Se es experto en la escritura de algunos géneros discursivos. Y, esta calidad de “experto en “ se adquiere, como sostiene Ruth Alazraki, a través de una amplia experiencia de lectura de esos géneros, del reconocimiento de temas, estructura, estilo apropiado y convenciones del discurso en cuestión. Nadie se vuelve experto en escritura sin lectura y sin entrenamiento de escritura. (Nogueira, Silvia y otros. Manual de lectura y escritura universitarias. Prácticas de taller. Biblos. Bs.As. 2005).
Qué dar a leer a nuestros alumnos y cómo dar a leer, se transforman, de este modo, en ejes centrales de las prácticas del Nivel Superior.
La segunda cuestión, se relaciona estrechamente con la primera ya que es en la mediación entre el conocimiento disciplinar específico, la puesta en texto de ese conocimiento y la posibilidad de abrir al avance del pensamiento donde adquiere verdadera trascendencia la intervención docente.
¿Quién sino el docente, el especialista en cada área de la Educación Superior, está en condiciones de brindar a sus alumnos las herramientas disciplinares fundamentales y los espacios de lectura y escritura suficientes para que ellos adquieran estas habilidades que conllevan a la producción de pensamiento?
Creo que este es, hoy, uno de los mayores desafíos que debemos asumir quienes trabajamos en los ámbitos de la Educación Superior.


María L. Echeverría


Bibliografía de consulta

Carlino, Paula. Escribir, leer y aprender en la Universidad. Una introducción a la alfabetización académica. Fondo de Cultura Económica. Bs.As. 2005.
Golombek, D. Bajar es lo peor, en Wolowesky, A. , Vara, A.M. , Hurtado, D. , Golombek, D. , Palma, H. Certezas y controversias. Reflexiones sobre la divulgación científica. Libros del Rojas. Bs.As. 2004.

Larrosa, Jorge. El ensayo y la escritura académica, en Propuesta educativa. Año 12, nº 26. B.A. Flacso, julio 2003

Nogueira, Silvia y otros. Manual de lectura y escritura universitarias. Prácticas de taller. Biblos. Bs.As. 2005.

Prattico, Franco. Los malentendidos de la divulgación científica. Ponencia presentada en el Coloquio Internacional “ L ´ ècrit de la science “. Niza. Marzo de 2008.

Sabino, Carlos. Cómo hacer una tesis. Lumen – Humanitas. Bs.As. 1988.

Sabino, Carlos. Los caminos de la ciencia. Edit. Panamericana. Bogotá. 1996.


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